Este género musical forma parte de una tradición histórica tanto popular como intelectual en Latinoamérica y el Caribe, su trascendencia se debe en mayor medida a una tradición oral, que marcó a nuestros antecesores. América Latina se encuentra conformado por un pasado de culturas ancestrales, de conquista, independencias y revoluciones. Estas naciones se ha formado tomando trozos de un lado y de otro, creando nuevas .
Si bien es imposible concebir la idea de Latinoamérica como algo homogéneo, el mestizaje nos conecta. El bolero, al igual que nosotros, nace gracias al mestizaje en medio de una diversidad de lenguas y culturas europeas, autóctonas y africanas que encontraron una forma de comunicarse a través de la música. El bolero se trata de eso, de una comunicación que rompe fronteras, compuesto por dos lenguajes universales, la música y el amor “los idearios del amor y los textos que los difunden pueden tener, además de la posibilidad de compartir mitos universales y de esa manera fijarlos en la memoria de la colectividad, la capacidad de revelar diferencias y mostrar identidades culturales.” (Lara, 2001). Es por eso que los boleros han trascendido en el tiempo.
Este género musical nace en Cuba a partir de la inspiración de la contradanza española del mismo nombre y de la influencia musical africana. En sus letras sostiene un discurso de amor o desamor; es romántico, conmovedor, suave y con cadencia. Tiene una estructura musical polifónica en donde dos o más instrumentos mantienen la melodía principal. Existen varias formas de interpretación, las más representativas, los tríos.
Este género tiene sus variantes en cada país, sin embargo sus máximos exponentes son Cuba y México. En Cuba llevan el ritmo durante todo el bolero, usualmente si es un trío no se va a rubato (no lleva un ritmo aparente o constante); el trío cubano está compuesto por la guitarra española, el tres cubano y las maracas. Mientras que en México no hay un ritmo constante, tienden a irse en rubato en la mayoría de las piezas; el trío mexicano está compuesto por guitarra española, tercerola y requinto.
Ambos tríos cantan a tres voces, la primera voz (tenor) lleva la melodía, la segunda voz (tenor) acompaña a la melodía y una tercera voz (barítono) rellena los huecos que deja la primera y segunda voz para completar el acorde, esta última es la más grave. Al unirse las tres voces se crea una polifonía, que da ese sonido particular y distintivo a dicho género musical.
El bolero se ha convertido en algo propio de América Latina y el Caribe gracias a procesos de hibridación y de intercambio socio-cultural que se dan tras la época de conquista y colonización. Este género ha ido evolucionando con el paso del tiempo, adaptándose, transformándose, dando un sonido particular no sólo a una época, sino a algunos países latinoamericanos en donde este género florecerá.
Un intercambio es lo que esta tierra siempre ha tenido, aferrándose a su pasado, recordándolo ya sea cantando o bailando, gracias a ese caleidoscopio de culturas, a la mezcla e intercambio de ellas tenemos una enorme riqueza cultural, donde “el bolero retrata el espíritu romántico del latinoamericano, que recupera la delicadeza metafórica de la poesía hispana o que evoca en su ritmo cadencioso la sensualidad del Caribe.” (Santamaría, 2008) De esa manera, el bolero es hilo conductor para los latinoamericanos, el cual nos une y sigue vigente en la memoria colectiva hasta nuestros días, quizá no como que se siga escuchando en la radio pero sí como algo aprendido ya sea por medio de alguna película o en la casa de la abuela.
Comments